A todas y todos nos queda bastante claro cuándo hay que ir al dentista o al oculista, pero no tenemos demasiado claro cuándo deberíamos ir a psicoterapia. No es nada nuevo decir que no nos han inculcado cuidar nuestra salud mental. Desde mensajes como: «es lo que toca», «la vida es así», «no queda otro remedio» a mensajes como: «para qué le voy a contar mi vida a una desconocida», «a mí con mis amigas y amigos me vale, me desahogo y ya» hasta la más sonada, aunque por fortuna cada vez menos: «yo no estoy loca».
Y es verdad, muchas veces nos vemos presentes en situaciones que no hemos tenido opción a elegir. Juntarnos con amistades, familiares o pareja sintiéndonos seguros y seguras de hablar y desahogarnos es maravilloso. ¿Esto significa que tengamos que estar condenadas y condenados a sentir malestar o que las reuniones sean suficientes? Te invito a reflexionar sobre ello.
Me gustaría transmitirte que puedes elegir aprender. Los eventos costosos, desagradables, tristes, duros… lo van a seguir siendo, no podemos cambiar eso. Lo que sí podemos cambiar es la forma en la que nos enfrentamos a ellos. En psicoterapia podemos aprender nuevas estrategias que nos ayuden a gestionar de forma más saludable para nuestra salud mental todo este tipo de situaciones que invaden nuestro bienestar. En Centro de Psicoterapia Krabelin se trabaja desde la Psicoterapia Humanista Integrativa.
¿Qué señales puedo ver para saber que debería ir a psicoterapia?
Malestar emocional persistente: Si te sientes constantemente triste, ansioso, irritable… y estos sentimientos interfieren con tu capacidad para funcionar en tu vida diaria.
Cambios de comportamiento significativos: Si notas cambios repentinos en tu comportamiento, como la pérdida de interés en actividades que solías disfrutar, dificultad para concentrarte o problemas para dormir.
Dificultades en las relaciones: Si tienes problemas para establecer o mantener relaciones saludables con amigos, familiares o compañeros de trabajo, o si experimentas conflictos constantes en tus relaciones.
Trauma o pérdida: Si has experimentado un evento traumático o has sufrido una pérdida significativa y estás luchando para hacer frente o procesar tus emociones.
Problemas de autoestima: Si tienes una baja autoestima o luchas con la autoimagen negativa, lo que afecta tu confianza y tu capacidad para alcanzar tus metas.
Dificultades laborales o académicas: Si estás experimentando dificultades en el trabajo o en la escuela debido al estrés, la ansiedad, la depresión u otros problemas emocionales.
Recuerda que no es necesario llegar al límite y tener que sufrir una crisis para pedir ayuda. Nunca es pronto y nunca es tarde para aprender sobre una y uno mismo e iniciar el proceso de autoaceptación y autorrealización.