Aunque no hay datos que corroboren el aumento de casos de personas que sufren soledad no deseada, las alarmas a nivel social están encendidas. El nivel de conciencia en este tipo de términos ha aumentado y se ha vuelto una preocupación prioritaria.

¿Qué es la soledad?

Uno de los mayores problemas a nivel estudio clínico ha sido la dificultad para encontrar un término unificado con el que denominar a la soledad. Todos los autores coinciden en que no es lo mismo estar solo que sentirse solo, y es por eso que en esta dualidad ya hay dos definiciones distintas. Por un lado existe la definición objetiva (aislamiento social) que nos habla de la soledad como un factor que evalúa la calidad de la red social de la persona o la cantidad de contactos. Por otro lado, existe una subjetividad en el término (soledad) en cuanto a la experiencia de cómo cada persona vive su situación, sus necesidades y preocupaciones.

Ambas definiciones están completamente entrelazadas, de hecho, incluso en la definición del aislamiento social es posible encontrar subjetividad. La soledad social es la percepción que tiene la propia persona sobre su red social mientras que la soledad emocional nos habla de si su intimidad y apegos emocionales necesarios están cubiertos o no.

Hay muchos estudios que hablan de la soledad, pero la falta de acuerdo en el término hace que los resultados y conclusiones de los estudios no puedan compararse entre ellos. Entre los estudios que hay hasta la actualidad, al no hacer una separación propia de la soledad elegida y la no deseada, los resultados son contradictorios y al mismo tiempo reflejan una realidad presente.

Mientras que la soledad elegida puede fomentar un mayor trabajo cognitivo facilitando la autonomía y ser un factor importante en la sociabilidad de la persona que participa en mayor número de actividades sociales; la soledad no deseada puede ser una fuente de consecuencias negativas para la persona que lo sufre.

Por último, la falta de estudios longitudinales (estudios hechos a lo largo del tiempo con las mismas personas) nos impide saber si en el transcurso de los años, realmente ha habido un aumento de personas que sufren soledad no deseada. Ha sido la reciente pandemia de Covid-19 la que ha puesto en alza de nuevo de forma prioritaria esta alarma social. Aunque la mayoría de personas que nos vienen a la mente cuando pensamos en personas sufridoras de la soledad no deseada son las personas mayores, lo cierto es que tampoco hay datos que corroboren esto, pero sí se han podido poner en común distintas variables que pueden ponerte en mayor o menor riesgo.

Variables susceptibles a la soledad no deseada

Como se puede observar en el gráfico que realizaron Arruabarrena y Cabaco (2020) estas variables pueden poner a las personas en mayor o menor riesgo de sufrir soledad no deseada.

Entre las variables sociodemográficas se incluye la edad, y es por eso que pensamos más en las personas mayores. Aún así, no son solo las personas mayores las que viven solas o pierden a su pareja. Y es que, cuando una persona se queda viuda, cuando rompe con su pareja o si está soltera, forman parte de los riesgos. El estatus socioeconómico también se tiene en cuenta, tanto un cambio en el mismo como la pertenencia a un estatus más bajo siendo éste el que mayor riesgo de soledad no deseada tiene. Por último, corren mayor riesgo las personas que viven en zonas rurales que las personas que viven en la urbanización.

La salud y autonomía de la persona también pone en riesgo directamente a la persona frente a la soledad no deseada. El consumo activo de diferentes sustancias como drogas y alcohol aumentan en exceso las probabilidades. La capacidad funcional de movilidad también es una variable ya que si no existe autonomía se depende de los apoyos y si estos faltan la situación se agrava. Los déficits sensoriales como la falta de audición o de vista también dependen de apoyos sociales y materiales para que la situación tenga mayor o menor riesgo.

Una de las razones por la que los estudios a nivel internacional también están encontrando dificultades es porque la percepción vital de la soledad no es la misma según la cultura. Los países mediterráneos son los que a nivel objetivo menos casos de soledad tienen pero a nivel subjetivo más casos presentan. Y es que la vivencia y cultura a nivel unión familiar y social no es la misma en los países nórdicos de Europa que en los del sur. Además de ello, la oferta de actividades que ofrece la comunidad en la que uno vive también es una variable a tener en cuenta en el nivel de riesgo ante la soledad no deseada.

Para finalizar con las variables, las psicológicas y de personalidad también son importantes a tener en cuenta. La baja autoestima, la falta de herramientas para la gestión emocional, la poca práctica en estrategias de resiliencia o técnicas de comunicación asertivas, la falta de habilidades sociales o problemas de mayor complejidad como la depresión o duelos que se han patologizado; son grandes alarmas de riesgo ante la soledad no deseada. Es con esta parte donde con la psicoterapia humanista podemos trabajar para encontrar un mayor bienestar emocional aprendiendo de nosotros mismos.

¿Qué puedo hacer ante la soledad no deseada?

Si te identificas en algo de lo que has leído o hace tiempo que sabes que algo no va bien, lo primero que tienes que hacer es pedir ayuda. Si no tienes una red de apoyo, los profesionales estamos a tu disposición para ayudarte en lo que necesites. Existen recursos gratuitos como el Teléfono de la Esperanza y tienes los centros de salud pública a tu disposición donde también se realizan programas de psicología en grupo para personas que lo necesitan.

En caso de que puedas permitirte realizar un trabajo más profundo en el ámbito privado, la Psicoterapia Humanista Integrativa es tu mejor opción. Los expertos están de acuerdo en que trabajar estrategias para desarrollar tu resiliencia puede ayudarte a afrontar las dificultades que encontramos en los cambios vitales. Un lugar donde puedas aprender a conocerte, darte cuenta de los procesos mentales y del por qué y para qué de tus pensamientos y acciones desde el amor propio y como fundamento principal la relación terapéutica para darte seguridad en todo el proceso.

Si vives en Pamplona desde Centro de Psicoterapia Krabelin podemos atenderte de forma presencial y en caso de estar fuera, también disponemos de atención online. Busca tu centro de Psicología Humanista y empieza el reto de quererte y reencontrarte.

Bibliografía

Arruebarrena, A. V., & Cabaco, A. S. (2020). La soledad y el aislamiento social en las personas mayores. Studia Zamorensia, (19), 15-32.

Martínez, R. L. (2017). La soledad en la vejez: análisis y evaluación de un programa de intervención en personas mayores que viven solas (Doctoral dissertation, Universidad Miguel Hernández de Elche).

Oppenheimer-Lewin, D., Ortega-Palavecinos, M., & Núñez-Cortés, R. (2022). Resiliencia en las personas mayores durante la primera ola pandémica de la COVID-19 en Chile: una perspectiva desde los determinantes sociales de la salud. Revista Española de Geriatría y Gerontología57(5), 264-268.

Rubio Herrera, R. (2004). La soledad en las personas mayores españolas. Portal Mayores.

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